
De repente todo se oscureció, de repente todo se silenció. Todos callados, todos atónitos por lo que habían presenciado.
El filo de la navaja ensangrentada y el cuerpo en el piso dejaba a todos sin palabras y sorprendidos por el hecho.
Él había escapado al instante corriendo sin mirar para atrás; el policía que se apoyaba en la patrulla se distraía con una pista falsa en la que el asesino era atropellado por el tren.
-Y como le digo, señor, la obra termina así, todos aplauden, me levanto del piso, muestro la navaja, nos abrazamos y saludamos.
Matías Hanna 2do.H
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