miércoles, 21 de noviembre de 2007
Otro final para Aquiles
El valiente Aquiles se dirigió hacia las enormes puertas de madera de la imponente ciudad de troya. Su poderoso enemigo, Héctor, lo esperó pacientemente afuera . Aquiles se acercaba rápidamente, decidido, con su brillante casco de plata y su armadura de oro resplandeciente. Agitaba fervorosamente su puntiaguda lanza, sobre su hombro derecho, y sus negros, profundos ojos lanzaban chispas de odio y venganza.
Al verlo, Hector, sintió miedo. Se sintió pequeño e indefenso. Entonces huyó. Comenzó así la larga e inagotable persecución. Aquiles, el de los pies ágiles, parecía un gran águila hambrienta en pos de una paloma indefensa. Así, uno detrás del otro, dieron tres largas vueltas alrededor de la enorme e impenetrable muralla de piedra. De pronto, Héctor se armó de valor y decidió enfrentar a su poderoso y veloz enemigo.
La pelea fue sangrienta, las armas chocaban fuertemente, hasta que Aquiles lanzó al piso a su rival. Cuando este trataba de levantarse, un potente cabezazo lo dejó conmocionado e inconciente.
Con aires de triunfo, Aquiles corrió hacia su amada y la besó, y al darse cuenta, una espada llevó sus almas enamoradas hasta el cielo.
Nicolás Feiguelblat
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1 comentario:
Buenísimo. ¿Viste Nicolás que había que publicarlo?
Gracias. Paula Luna
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